Cajón desastre

Relatos que me marcaron: Las montañas de la aflicción, de Lois McMaster Bujold

Me gustan mucho los relatos cortos. Me parece un formato directo y accesible para quien lee, y a la vez difícil de dominar para quien escribe. Hay arte en narrar cualquier historia, y en hacerlo en pocas palabras veo todo un reto. Llevo tiempo queriendo hacer (en parte inspirada por el magnífico podcast Ficciópatas, que analiza y disecciona relatos cortos en profundidad y hasta el más mínimo detalle) un pequeño archivo con esos relatos cortos que se han quedado conmigo mucho tiempo después de su lectura, que me han dejado huella de alguna manera. Así que el título de esta entrada (Relatos que me marcaron) puede verse como una especie de declaración de intenciones.

Hay muchos relatos que se han quedado grabados en mi memoria, pero quería abrir esta serie de entradas con el último que he leído que, además, está muy relacionado con mi obsesión literaria más reciente: la saga Vorkosigan.

Contexto: la saga Vorkosigan

Se trata de una saga de aventuras de ciencia ficción (en concreto del subgénero space opera) cuyo principal protagonista es Miles Vorkosigan: un descendiente de la aristocracia de un planeta militarizado que cuenta con grandes limitaciones físicas (tiene muy baja estatura y nació con cojera y huesos muy frágiles a raíz de un incidente que ocurrió durante el embarazo de su madre) y con grandes cantidades de ingenio, inteligencia y carisma (que le permiten salir airoso de situaciones loquísimas en las que se mete de lleno más de lo que debería). No todos los libros de la saga están protagonizados por Miles (por ejemplo, hay algunos de ellos que nos ponen en la piel de Cordelia, la madre de Miles), pero tiene la relevancia en la mayoría de ellos como para ser considerado su núcleo central.

La autora, Lois McMaster Bujold, comenzó a escribir esta saga en 1986. Una peculiaridad de estos libros es que pueden leerse en distintos órdenes, que se resumen en dos: por orden de publicación de los libros y por orden cronológico de la narración. Yo estoy siguiendo este último, por lo que empecé por las novelas protagonizadas por Cordelia (Fragmentos de Honor y Barrayar) para seguir con las primeras novelas de Miles (El aprendiz de guerrero y El juego de los Vor, que estoy leyendo ahora mismo).

Si alguien se pregunta qué tienen que ver los relatos cortos en todo esto, la respuesta está en un libro llamado Fronteras del infinito, que cuenta con tres relatos: uno que tiene lugar poco antes de El juego de los Vor y otros dos que suceden más adelante. Es este primer relato el que me gustaría comentar hoy.

La premisa del relato

Las montañas de la aflicción nos pone en la piel de Miles tres años después de que terminara su primera aventura. Aquí Miles tiene veinte años y se encuentra en su planeta, Barrayar. Su padre recibe la visita de una mujer que le pide ayuda para averiguar quién ha asesinado a su hija recién nacida. No se trata de un crimen al uso, sino de un infanticidio, dado que la criatura había nacido con una mutación. Tradicionalmente en Barrayar se hacía esto con los mutantes, ya que se trata de un planeta bélico e implacable, y se creía que estas personas no tendrían ninguna oportunidad en él. En el momento en el que transcurre la historia esta infame tradición se da cada vez menos, ya que la sociedad está cambiando, pero en las zonas rurales (como la de este crimen) sigue pasando más de lo que debería.

Aral Vorkosigan, el padre de Miles, le propone a Miles que resuelva este caso. Dada la condición de Miles (si bien no es exactamente mutante, nació con varios problemas físicos, y la gente como él es una anomalía en Barrayar) es mucho más potente que sea él quien vaya ocuparse de ello, ya que manda un mensaje mayor y sienta un precedente. Miles acompaña a la mujer a donde vive para intentar averiguar quién mató a su hija.

Por qué me dejó huella

A partir de aquí voy a hablar más en profundidad del relato, así que recomiendo encarecidamente su lectura previa

Hasta el momento, mi experiencia leyendo la saga Vorkosigan ha sido muy grata, y considero que empezarla fue muy buena decisión. Además, compartir y comentar mis impresiones a medida que avanzo me está haciendo disfrutarla aún más con este carácter de lectura compartida. Me lo estoy pasando en grande. Su punto fuerte son sin duda los personajes. Bujold tiene una gran maestría para crear personajes muy carismáticos, interesantes, divertidos y creíbles. Pero otra cosa que destacaría de ella es su versatilidad para hacer funcionar cualquier género. Y es que la saga Vorkosigan es sobre todo una historia de aventuras en el espacio, pero también sabe ser un thriller de intrigas políticas o una novela romántica, por poner dos ejemplos. Y lo hace muy bien en cada caso. Este relato no es una excepción, y en sus páginas me encontré un whodunnit (o historia de detectives) muy competente.

Mostrar el ingenio de Miles no es nada nuevo en esta serie de novelas. Desde la primera aparición del personaje se destaca su mente despierta y su capacidad para la estrategia. Pero aquí se deja de lado al Miles aventurero y al Miles militar, para mostrarnos al Miles detective (con monólogo explicativo incluido). Creo que esta faceta le sienta de maravilla, y ya haría en sí misma un relato magnífico, pero hay otro aspecto que termina de hacer que el relato brille aún más: el componente psicológico.

Y es que, alrededor de toda la resolución del crimen, se puede ver que además es un caso que toca muy de cerca a Miles. Dada su condición por el incidente durante el embarazo de su madre, la decisión de sus padres de seguir adelante con él fue muy controvertida en un planeta con la mentalidad de Barrayar. Llevó a enfrentamientos entre integrantes de su familia y todo este hecho ha complicado muchísimo la vida de Miles incluso desde antes de que naciera. Así que el caso de infanticidio a causa de una mutación le toca muy de cerca y reabre en él ciertas heridas causadas por lo difícil que ha sido crecer en sus circunstancias. Todo esto, sumado a la ya citada maestría de Bujold escribiendo personajes en general y a Miles en particular, convierte a Las montañas de la aflicción en el perfil psicológico de Miles más completo que he leído hasta el momento.

Durante toda su investigación, vemos cómo Miles trata, de la mejor forma que puede, con prejuicios que todavía siguen enquistados en la sociedad barrayarana, y que le afectan directamente. No es fácil para él mantener su faceta profesional (el Miles detective es, además, el Miles más aristócrata: la vertiente más Vor que hemos visto en él hasta el momento) mientras habla con gente que no disimula ni un poco que él no habría nacido si llegan a haber tenido algún poder en esa decisión. Si bien le hemos visto solventar conflictos y amenazas probablemente peores, aquí el carácter personal hace mella en él.

He mencionado antes la estructura canónica de novela de detectives, monólogo final incluido. Y es que, tras decidirse a realizar un interrogatorio con pentarrápida (una droga/suero de la verdad que usan de forma rutinaria en Barrayar), Miles tiene su momento de detective más clásico al explicar a todo el mundo lo que ha ocurrido y por qué. Se luce con su razonamiento deductivo y se marca algunos faroles que le dan espectacularidad a la resolución, pero en su monólogo también hay espacio para una de las partes más emotivas del relato: cuando habla de su abuelo (fallecido desde hace unos años). Piotr Vorkosigan fue una persona complicada. Cuando los padres de Miles decidieron seguir adelante con el embarazo, él dejó de hablarles durante años, y les prohibió la entrada a la casa familiar en la que habían vivido hasta ese momento. No retomó el contacto con la familia hasta que Miles no tuvo cinco años. Miles habla de él con sus luces y sus sombras, y es capaz de comprender a la perfección el tipo de persona que fue y las dificultades que tuvo en su vida. Se pone en su lugar, entiende que fue capaz de adaptarse a muchos cambios sociales pero no le dio tiempo a asimilar otros. Aprovecha su figura para explicar cómo se ha transformado Barrayar a lo largo de los años, y lo hace desde el respeto y desde el honor a su figura -de nuevo el Miles más de Barrayar, ya que en este país el honor es uno de los valores fundamentales.

Cuando toda por fin interrogar a la persona culpable y esta admite su culpa, no se queda ahí, sino que la pentarrápida le suelta la lengua y hace que no se corte con su desprecio a los mutantes, que antes trataba de ocultar. Miles tiene que contener su rabia y su frustración y hacer justicia, aunque tenga delante de él a alguien que le odia. Que odia a quienes son como él y les considera un error.

La sentencia es la pena capital, como manda la ley de Barrayar para estos casos. Sin embargo, Miles la pospone indefinidamente, para que esa persona viva con lo que ha hecho. Le obliga a seguir viviendo en ese pueblo y restringe sus posesiones. Con esta sentencia, demuestra que en él son capaces de convivir la rabia y la compasión. Esta última no va hacia quien ha admitido su culpa, sino hacia su entorno. No quiere que el pueblo cargue en sus conciencias este hecho.

El desenlace del relato me dejó con un nudo en el estómago y una sensación de melancolía. Se trata de un final amargo, pero en él habita también una nota de esperanza de que puede existir un cambio en Barrayar. Es una de las razones por las que esta historia va a pervivir en mi cabeza mucho tiempo. Por mostrarme una faceta diferente (más seria, más trágica) de un personaje al que adoro. Por darle un giro dramático a un género (el whodonnit) que es casa para mí. Y por hacerme recordar que, incluso cuando parece que lo demás no acompaña, es posible dar pequeños pasos hacia un futuro mejor.